Las Mujeres Indígenas somos parte de la solución contra el cambio climático
| 2022-08-09

Aunque hemos sido históricamente marginadas de los espacios de decisión, nuestros aportes como guardianas de la biodiversidad deben ser incluidos en la acción climática. La Recomendación General de la CEDAW para Mujeres y Niñas Indígenas es un instrumento clave para lograrlo a nivel nacional e internacional.

Las montañas del Himalaya se funden, y dan paso a lluvias torrentosas e inundaciones. La subida del mar inunda las Islas del Pacífico. La sequía abre la tierra y marchita los huertos al este de África; los fuegos y la deforestación arrasan con los árboles del Amazonas. La crisis climática nos afecta a todas y todos, pero no de igual forma. 

Las Mujeres y Niñas Indígenas dependemos de la madre tierra para sobrevivir. En ella encontramos los alimentos para nutrir y curar a nuestras familias, los materiales para armar nuestras casas, y el agua para beber y asearnos. Además, algunas de nosotras vivimos en territorios que son más vulnerables a fenómenos climáticos extremos. “Nuestras cargas son múltiples, pero nuestro apoyo es crucial”, enfatiza Victoria Tauli-Corpuz, de la comunidad Kankana-ey Igorot de Filipinas y ex-Relatora Especial de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

Sin embargo, las Mujeres Indígenas hemos sido históricamente marginadas de los ámbitos de decisión y participación política donde se buscan soluciones, y se establecen políticas y financiamiento para frenar el cambio climático. “Aunque ha habido avances en los últimos 40 años, necesitamos tener mayor presencia en los espacios internacionales para que nuestras especificidades sean reconocidas y nuestras capacidades consideradas como parte de la solución”, reclama Tarcila Rivera Zea, activista Quechua y Presidenta de FIMI. 

Los Pueblos Indígenas preservan el 80% de la biodiversidad del planeta

De acuerdo con la ONU, los Pueblos Indígenas custodian el 80% de la biodiversidad del planeta y muchas comunidades habitan en países megadiversos.  Gracias a la conexión cultural y espiritual que mantenemos con la tierra, los Pueblos Indígenas somos también guardianes de la naturaleza, y demostramos liderazgo colectivo en su protección y defensa

En ese marco, las Mujeres Indígenas cumplimos un rol crucial como guardianas y practicantes de los conocimientos ancestrales, y como creadoras de nuevas propuestas de sostenibilidad ambiental. “Preservamos las semillas indígenas, la biodiversidad y seguridad alimentaria, y el bienestar de nuestras comunidades”, explica Naw Ei Ei Min, Mujer Indígena de Myanmar y Miembro del Consejo Ejecutivo del Asian Indigenous Peoples Pact (AIPP). 

El impacto del cambio climático y las vulneraciones medioambientales contra los territorios indígenas

Las Mujeres y Pueblos Indígenas no solo nos enfrentamos a los impactos del cambio climático, sino también a la expropiación y explotación de nuestras tierras y recursos naturales por el avance de empresas extractivas en nombre del desarrollo económico. 

Por ejemplo, las comunidades indígenas del Nepal —el décimo país más afectado por el cambio climático en los últimos 20 años— se enfrentan al deshielo del Himalaya a una velocidad sin precedentes. Este fenómeno está ocasionando a su vez un cambio radical en el ciclo de lluvias. “Ya no diferenciamos entre invierno y verano. Ahora todo el año tenemos el Monzón, lo que genera fuertes inundaciones en la orilla del río donde viven las comunidades indígenas”, advierte Pratima Gurung, académica y activista indígena de Nepal especializada en derechos humanos de Pueblos Indígenas, género y discapacidades, y Secretaria General de la National Indigenous Disabled Women Association-Nepal (NIDWAN) y de la Indigenous Persons with Disabilities Global Network (IPWDGN).

Por otra parte, la expropiación de tierras indígenas para la construcción de hidroeléctricas y el uso intensivo de pesticidas han empeorado la cantidad y calidad del agua. Todo ello tiene un impacto devastador en las Mujeres Indígenas,  especialmente en aquellas compañeras con discapacidades. “La escasez de alimentos nutritivos y de agua potable impacta en nuestra salud e higiene. Esto provoca una mayor prevalencia de personas con distintas discapacidades en nuestras comunidades”, añade Gurung. Por esa razón, Pratima hace un llamado para que no solo las Mujeres Indígenas sean claramente mencionadas en los acuerdos para la acción climática, sino también las Mujeres Indígenas con Discapacidades.  

Aprendizajes y buenas prácticas para el desarrollo sostenible

En Aotearoa (Nueva Zelanda), las comunidades indígenas también se enfrentan a los impactos del cambio climático y la deforestación, que ponen en riesgo el acceso al agua y otros recursos naturales. Para responder a estos retos, las comunidades indígenas de Aotearoa están diseñando libros y herramientas digitales basados en los conocimientos ecológicos tradicionales Maoríes e indicadores de salud biocultural, con la ayuda de Tui Shortland, Directora de Awotea Organics y Miembro del Comité Ejecutivo de Cultural Survival, especializada en los conocimientos ancestrales de la biodiversidad. Los Maoríes viven conectados con el agua desde que nacen, la consideran un ser viviente resultado del amor entre el padre cielo y la madre tierra. Al luchar por sus derechos, los Maoríes han conseguido que su cosmovisión indígena sea incorporada en las políticas regionales sobre manejo del agua, que ahora son más respetuosas de los ciclos naturales del agua. Esto permite proteger el medioambiente y la biodiversidad de los ecosistemas. 

Por otro lado, Mujeres Indígenas desde África hasta el Ártico están siendo pioneras en la agricultura ecológica y la sostenibilidad ambiental. Por ejemplo, Molly Bella Akelo, Directora de Fountain of Life Uganda, junto con sus compañeras indígenas han implementado el uso de pesticidas y fertilizantes orgánicos, métodos de irrigación y el cultivo de árboles indígenas para combatir la sequía. 

Recomendaciones para la plena inclusión y participación de las Mujeres Indígenas en la acción climática

Las Mujeres Indígenas reclamamos una plena inclusión y participación en la toma de decisiones y en la elaboración de políticas públicas para la acción climática. Para ello, es necesaria una mayor presencia de Mujeres Indígenas en la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW66), que en el año 2022 está dedicada al cambio climático; y en espacios como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Es precisamente en estas convenciones donde debemos ser consideradas como guardianas de la biodiversidad del planeta, y nuestras aportaciones y conocimientos tienen que ser incluidos como parte de la solución.

Al mismo tiempo, es clave que la financiación establecida en los Acuerdos de París para frenar el cambio climático llegue a las Mujeres Indígenas y sus comunidades, dado que nos enfrentamos a numerosas barreras para conseguir apoyo económico. Entre estas barreras, encontramos el uso de lenguas colonialistas y de sistemas bancarios occidentales, el cumplimiento de requerimientos imposibles para registrar nuestras organizaciones e implementar programas, y la falta de acompañamiento.

Por todo ello, las Mujeres Indígenas llevamos años de lucha para que nuestros derechos sean reconocidos en el plano internacional y nacional. Hoy estamos en la recta final de un andar colectivo que alcanza su punto de inflexión con la elaboración de una recomendación general de la CEDAW de Mujeres y Niñas Indígenas. En esta recomendación será clave introducir conceptos de justicia ambiental que garanticen nuestros derechos a la tierra, territorios y a los recursos naturales. Esto obligará a los Estados firmantes a cumplir con el  consentimiento libre, previo e informado, y a incluirnos en las políticas públicas nacionales para una acción efectiva. “Si nos dieran el espacio que nos corresponde, el mundo sería diferente, con una visión amplia, colectiva, circular y diversa”, incide Teresa Zapeta Mendoza, del pueblo Maya K’iche’ de Guatemala y Directora Ejecutiva de FIMI. 

Solo con los aportes de los Pueblos y Mujeres Indígenas podremos visualizar un mundo diferente. Un mundo en el que los bosques y el agua sean preservados y la madre tierra, respetada; un ámbito en el que prevalezca la solidaridad por encima del beneficio particular, la comunidad por encima del individuo, y la diversidad por encima de la asimilación cultural que crea sociedades falsamente homogéneas.